San Francisco Javier

En las llagas que Jesús resucitado muestra al apóstol Tomás palpamos la misericordia de Dios, hecha paz en las angustias de la vida, fortaleza cuando nos sentimos débiles, esperanza en medio de los nubarrones de la existencia y perdón cuando el egoísmo o el pecado nos atrapa.

«Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano, y métela en mi costado…» (Jn 20,27)

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