Torre parroquial desde el patio. Otoño 2022
Navidad 2021
Lanzamiento de la Campaña de Manos Unidas en Azuqueca. Febrero 2022
Imposición de la ceniza a los grupos de catequesis
Entrega del Padrenuestro a los de tercero de Confirmación. Mayo 2022
Camino hacia la ermita de Pálmaces (Turmiel). Mayo 2022
Procesión del Corpus Christi. Junio 2022
Celebración del 75 aniversario de Caritas diocesana. Junio 2022
Envío de Agentes. Octubre 2022
Entrando a catequesis los más pequeños. Octubre 2022
Convivencia de Confirmación al Barranco de la Hoz. Noviembre 2022
Encuentro sinodal de Infancia. Guadalajara. Noviembre 2022
Reunión de padres. Noviembre 2022
Encuentro sinodal de Infancia. Noviembre 2022
A la salida de una eucaristía dominical. Noviembre 2022

Patrono de los misioneros

Patrono San Francisco Javier

San Francisco Javier, patrono de los misioneros

El Papa Pío X nombró a San Francisco Javier como Patrono de todos los misioneros porque fue sin duda uno de los misioneros más grandes que han existido, siendo llamado con justa razón el "gigante de la historia de las misiones".

San Francisco empezó a ser misionero a los 35 años y murió de sólo 46. En once años recorrió la India (país inmenso), el Japón y varios países más. Su deseo de ir a Japón era tan grande que exclamaba: "si no consigo barco, iré nadando". Fue un verdadero héroe de la evangelización y de las misiones.

El santo nació cerca de Pamplona (España) en el castillo de Javier, en el año 1506. Fue enviado a estudiar a la Universidad de París, y estando allí conoció a San Ignacio de Loyola con quien estableció una sólida y bonita amistad. San Igancio le repetía constantemente la famosa frase de Jesucristo: "¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si se pierde a sí mismo?" y fue justamente esta amistad y las frecuentes pláticas e intensas oraciones lo que transformó por completo a San Francisco Javier, quien fue uno de los siete primeros religiosos con los cuales San Ignacio fundó la Compañía de Jesús o Comunidad de Padres Jesuitas.

Su gran anhelo era poder misionar y convertir a la gran nación china. Pero en ese lugar estaba prohibida la entrada a los blancos de Europa. Al fin consiguió que el capitán de un barco lo llevara a la isla desierta de San Cian, a 100 kilómetros de Hong - Kong, pero allí lo dejaron abandonado, se enfermó y consumido por la fiebre, murió el 3 de diciembre de 1552, pronunciando el nombre de Jesús, la edad de 46 años.

Años más tarde, sus compañeros de la congregación quisieron llevar sus restos a Goa, y encontraron su cuerpo incorrupto, conservandose así hasta nuestros días. San Francisco Javier fue declarado santo por el Sumo Pontífice en 1622 junto con Santa Teresa, San Ignacio, San Felipe y San Isidro.

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