Ante tu mandamiento nuevo, te pedimos, Señor, que nos des un corazón sensible e interesado en las penas y alegrías de nuestro mundo. Un corazón como el tuyo, abierto a las necesidades de los demás y afectado por el sufrimiento ajeno. Que este corazón se asome a través de nuestras manos, de nuestros pies y de nuestros labios con obras y palabras, cargadas de cercanía y afecto hacia los hermanos.
«…que os améis unos a otros; como yo os he amado, amaos también unos a otros» (Jn 13, 34)