En este domingo, al descubrir la riqueza de Jesucristo y su Reino, agradecidos decimos:
“Gracias, Señor, por tu generosidad.
Gratuitamente y sin ningún mérito de nuestra parte,
nos ofreces el tesoro de la Eucaristía y tu Palabra.
de tu amistad y tu perdón, de tu gracia y salvación.
No tenemos que vender nada,
tan sólo dejar a un lado todo lo que nos pueda apartar de Ti.
Gracias, Señor,
por ayudarnos a encontrarte,
una perla y un tesoro de grandísimo valor”.