Al Dios altísimo que se hace cercano en el Santísimo Sacramento, con Santo Tomás de Aquino, le decimos: «Otórgame, oh Dios mío, entendimiento que os conozca, diligencia que os busque, sabiduría que os halle, comportamiento que os agrade, perseverancia que confiadamente os espere, y esperanza que, finalmente, os abrace».
«Bendito sea el Dios altísimo» (Gn 14,20)