En este domingo 2° de Pascua, domingo de la Misericordia, escuchamos a Jesús resucitado decirnos, como a Tomás:
«Dichoso tú, Tomás, que tocaste mis llagas
y quedaste »’tocado»;
palpaste las heridas de los clavos
y te sentiste avergonzado;
te asomaste a las vidrieras de la misericordia
y quedaste deslumbrado;
metiste tu mano en mi costado
y te sentiste amado.
¡Señor mío y Dios mío!, lleno de fe exclamaste.
Ahora, ven conmigo a tocar otras llagas,
las de todos aquellos -¡tantos!-:
del virus, contagiados,
por el virus, fallecidos,
contra el virus, entregados,
ante el virus pacientes y sufridos.
¡Señor mío y Dios mío! lleno de esperanza suplicaste»
Versión de “Dichoso tú, Tomás” de F. Ulibarri