Aunque sus vecinos, los de Nazaret, no lo aceptaron, otros muchos, de otros lugares y tiempos, sí que lo hicieron y quieren vivir su Evangelio. Entre éstos nos encontramos nosotros.
«Cuando llegó el sábado empezó a enseñar en la sinagoga. Desconfiaban de él. Y se extrañó de su falta de fe» (Mc 6,1-6)