San Francisco Javier

Todos los años en cuaresma, en los dos primeros domingos, se nos ofrece para la la reflexión la posibilidad que tenemos de pasar de la dura realidad (el desierto) a la felicidad anhelada («¡Qué bien se está aquí!», exclama San Pedro en el Tabor); de cambiar lo oscuro del pecado (Jesús vence las tentaciones) por lo luminoso de la gracia («Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador», nos dice el relato de la Transfiguración).

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