Si en la Transfiguración el aspecto del rostro de Jesús cambió, en la oración,donde buscamos y vislumbramos ese rostro transfigurado, se nos capacita para cambiar también el nuestro (es decir, nuestra vida).
«Oigo en mi corazón «Buscad mi rostro». Tu rostro buscaré, Señor». (Sal 26,8)