Como nada es para siempre («No quedará piedra sobre piedra», nos dice Jesús), si ponemos el sentido de nuestra vida en lo pasajero, nuestra vida dejará de tener sentido cuando las cosas, las personas, los bienes, los afectos, la belleza, el poder, la fama, la salud… pasen.
«Esto que contempláis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra» (Jn 21,6).





