Dios «que abrió camino en el mar», convirtiéndolo en senda firme, y «en el desierto, haciendo brotar aguas en el yermo», lo abre también en la muerte, poniendo en ella vida resucitada, y en el pecado, abrazándonos con su gracia. Dios está a punto de hacer brotar siempre algo nuevo en nosotros ¿no lo notamos?
«Mirad que realizo algo nuevo; ya está brotando, ¿no lo notáis?». (Lc 43,18)