San Francisco Javier
Aquel que «ha visto» que Dios sana los corazones destrozados y venda sus heridas (Sal 146,3), tiene la confianza necesaria y la fuerza suficiente para, en sus apuros y penurias, acercarse a Él y decirle: «Señor, si quieres puedes curarme» Mc 1, 40