Aquel que "ha visto" que Dios sana los corazones destrozados y venda sus heridas (Sal 146,3), tiene la confianza necesaria y la fuerza suficiente para, en sus apuros y penurias, acercarse a Él y decirle: "Señor, si quieres puedes curarme" Mc 1, 40

Aquel que "ha visto" que Dios sana los corazones destrozados y venda sus heridas (Sal 146,3), tiene la confianza necesaria y la fuerza suficiente para, en sus apuros y penurias, acercarse a Él y decirle: "Señor, si quieres puedes curarme" Mc 1, 40