San Francisco Javier

Las maravillas excepcionales de Dios han modelado a María para que sea una perfecta madre del Dios Salvador: desde su Concepción Inmaculada sin pecado original, pasando por el don de ser, a la vez, Virgen y Madre, hasta la resurrección y la asunción, participando así de la plenitud que vive ya en Jesucristo, muerto y resucitado.

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