Señor, Dios nuestro, nos unimos a los ángeles y santos quienes te adoran incesantemente: Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del universo…
Te adoramos, Dios Padre, porque por medio de Jesucristo, tu Hijo, has descendido hasta la humanidad y te has unido estrechamente al hombre.
Te adoramos, Dios Espíritu Santo, porque santificas los corazones con la presencia siempre actual de tu ser divino.
Nos postramos en adoración ante tu soberana majestad. Te adoramos, Señor, y te amamos. Te adoramos porque eres nuestro Creador y nuestro Dios; te amamos porque eres nuestro Padre.
«¡Señor Dios nuestros, qué admirable es tu nombre en toda la tierra!» (Sal 8,4).