San Francisco Javier

Al inicio de cuaresma, se nos recordaba que éramos un puñado de ceniza (una criatura con grandes posibilidades, pero muy frágil). En el Triduo pascual, hemos celebrado que esa fragilidad puede ser sanada; y en el tiempo de Pascua, se nos anuncia el milagro de que el ser humano, aun siendo una puñado de ceniza, puede adornar su vida con los dones y frutos del Espíritu de Cristo resucitado: «amor, alegría, paz, paciencia, benignidad, bondad, lealtad, mansedumbre y dominio de sí” (Gál 5,22-23), y quedar así inmunizado frente al pecado y la muerte.

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