San Francisco Javier

Morir en soledad por el coronavirus

Despedir a un ser querido en el momento de la muerte es doloroso; pero todavía es más doloroso y desgarrador no poder despedirlo, sabiendo que al otro lado de puerta se está muriendo en soledad.
La cruel pandemia que estamos padeciendo nos obliga a dejar solos a familiares y amigos en su tránsito al más allá.
Algunos tienen que morir -¡qué dolor!- sin la presencia de los suyos, sin poder sentir sus caricias cariñosas, ni sus besos agradecidos, ni sus miradas enternecedoras y anubladas por las lágrimas.
También mueren sin poder recibir el sacramento del Perdón o de la Unción o el Viático.
¡Qué dolor! Aunque sabemos que el Señor suplirá nuestra ausencia en esos momentos.
Recemos por los que hayan sufrido estas terribles circunstancias, las padezcan o se tengan que ver en ellas.
Ante esta situación, la Iglesia, a través de un decreto de la Penitenciaria Apostólica del pasado día 19, concede indulgencias especiales a los fieles en la actual situación de pandemia (ver cuadro resumen de las condiciones y requisitos).

Indulgecia plenaria Covid19

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