Si uno no respira,se muere; del mismo modo, si no abrimos nuestras puertas al aire del Espíritu, también morimos espiritualmente. Pero ¿qué muerte es peor: la del cuerpo que ha llegado a su límite o la del alma que no alcanza su plenitud?
«Y dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: Recibid el Espiritu Santo».