El Viernes Santo es el día en que los cristianos nos ponemos de rodillas ante la Cruz y la veneramos. Podemos contemplar la cruz, donde fuimos redimidos, desde cuatro ángulos: de frente, para captar el sufrimiento de Jesús en esa cruel Pasión; desde arriba, para sentir el amor que Dios tiene a la humanidad; desde abajo, para odiar nuestro pecado que llevó al Hijo de Dios a ese tormento; y desde detrás, para descubrir a los crucificados de hoy y escuchar sus gritos de dolor. Este año, son muchos los crucificados por el contagio del virus y muy sonoros sus gritos silenciosos.
“¡Oh, cruz fiel, árbol único en nobleza! Jamás el bosque dio mejor tributo en hoja, en flor y en fruto…”