En este domingo oramos a la luz de la parábola del Sembrador:
«Quiero, Señor,
ser campo donde tu mano siembre,
y trabajo donde yo me afane.
Ser camino por donde tú te acerques,
y sendero por el que otros lleguen a conocerte y amarte.
Quiero, Señor,
que las piedras que entorpecen tu gran obra las deje a un lado,
que la superficialidad en la que navego dé lugar a lo profundo de tu Misterio
Quiero, Señor,
que nunca se seque en mí lo que, en mi bautismo, Tú iniciaste;
que las zarzas del materialismo
no ahoguen la vida del Espíritu que en mi alma habita;
que el sol abrasador de la comodidad
nunca sea más grande que mi deseo de amarte y seguirte.
Quiero, Señor,
dar el diez, o el veinte o el treinta por ciento
por Ti y por tu Reino;
por Ti que eres el dueño de mi hacienda,
el responsable de mis campos,
la mano certera de mis sembrados
Quiero, Señor, ser campo donde tu mano siembre»
J. Leoz