San Francisco Javier

XXII domingo del Tiempo Ordinario

«Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva, ¡tarde te amé! Tú estabas dentro de mí y yo fuera, y por fuera te buscaba (…). Tu fragancia penetró en mi respiración y ahora suspiro por ti. Gusté tu sabor y por eso ahora tengo más hambre y más sed de ese gusto».

Estas palabras de san Agustín, cuya fiesta celebrábamos el viernes pasado, día 28, nos pueden servir de comentario -comentario magnífico- a la Palabra de Dios de este domingo que no dice:
– «Me sedujiste, Señor, y me dejé seducir»
(El profeta Jeremías).
– «Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío»
(Salmo 62).
– «… para que sepáis discernir lo bueno, lo que es la voluntad de Dios, lo bueno, lo que agrada, lo perfecto»
(San Pablo a los Romanos).
– «Tú sígueme…. ¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si malogra su vida?»
(Jesús, según el evangelio de san Mateo).

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