En este tiempo de Adviento que hoy estrenamos, el Señor nos invita a estar despiertos, de ahí que sea un tiempo de silencio, de escucha, de atención, de mirada interior, de acogida de su palabra y de despojarnos de la pereza, de la fatal comodidad y de la indiferencia.
«Señor, enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas. Haz que camine con lealtad» (Sal 24,2)