Somos marcados y ungidos por Cristo con la esperanza de que le reconozcamos en el pan y en el pobre; fortalezcamos en Él nuestra debilidad; comprendamos la lógica del darse sin medida; y descubramos la presencia de un Dios siempre con nosotros.
«Signados con esperanza, pues ‘habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo'». (Jn 13)
