Jesús realiza en Caná el primer «signo», con el que manifiesta su gloria; es decir, su naturaleza divina y su capacidad para introducir en la historia la acción de Dios y la salvación.
Estamos llamados a ser signos del Signo, colaboradores de la gracia, como aquellos criados que llenaron las tinajas de agua.
«Este fue el primero de los signos que Jesús realizo en Caná de Galilea» (Jn 2, 11).